
Reflexiones Libertarias
Ricardo Valenzuela
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REFLEXIONES
LIBERTARIAS
UN LLANERO
SOLITARIO
Ricardo
Valenzuela
Una de las
lecciones más importantes que deberíamos haber aprendido en América Latina, es
cómo nuestros sistemas autócratas y mercantilistas hicieron del siglo XX, el
tristemente llamado siglo perdido. Sin embargo, hay pensadores que se refieren a
“los siglos perdidos” pues, en su opinión, desde que los países latinoamericanos
lograron su independencia de España, iniciaron un torbellino de errores en la
conducción de sus políticas que nos sitúan como una de las regiones del
vergonzoso tercer mundo.
Uno de los
participantes más activos en este proceso, ha sido el que los autores Apuyelo,
Vargas Llosa y Montaner bautizaron como el perfecto idiota latinoamericano. Este
venerado sujeto no es producto de la generación espontánea, sino de una larga
gestación que tiene casi dos siglos de historia. Todo se inició cuando las
colonias hispanoamericanas rompieron los lazos que las unían a Madrid, y
enseguida los padres de la patria formularon la inevitable pregunta: ¿por qué a
nuestras republicas—que de inmediato entraron en un período de caos y
empobrecimiento—les va peor que a los vecinos norteamericanos? Las que en esos
momentos eran solo trece pequeñas colonias.
Pero ya en 1815
Simón Bolívar había hecho una predicción apocalíptica: “En tanto que nuestros
compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a
nuestros hermanos del norte, los sistemas populistas, lejos de sernos
favorables, serán nuestra ruina permanente. Desgraciadamente estas cualidades
parecen estar muy distantes de nosotros; por el contrario, estamos dominados de
los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que
solo ha sobresalido por su fiereza, ambición, venganza y
codicia.”
Ante la
consumación de la independencia de nuestra América Latina, se inició la lucha
entre los conservadores españolistas católicos que pretendían construir países a
la imagen y semejanza de la madre patria, y los liberales enemigos de la
tradición heredada de una España inflexible, oscurantista y dictatorial,
agravada por la mala influencia del aquel catolicismo conservador cómplice de
esos revueltos tiempos (soy católico). Este movimiento liberal del siglo XIX fue
encabezado por dos grandes pensadores: Francisco Bilbao y Domingo Faustino
Sarmiento, quienes sustentaban la tesis de construir una América Latina a imagen
y semejanza de la nueva nación anglosajona.
En México ese
enfrentamiento fue especialmente sangriento. Las luchas entre liberales y
conservadores nos hicieron perder todo el siglo XIX y, más trágico, la mitad de
nuestro territorio. El triunfo de Juárez no hizo mas que cambiar el tono de la
batalla. Ahora era por el poder y entre los mismos liberales y así nació la
dictadura de Porfirio Díaz.
Sin embargo, en
1900 el uruguayo Enrique Rodó publicaría un libro que cambiaría de forma
explosiva el entorno de la época; Ariel. ¿Qué fue lo que logró la publicación?
Tres cosas: Convencer de la superioridad de la cultura humanista latina frente
al pragmatismo anglosajón; El fin de la influencia positivista comtiana en
América Latina, y el rechazo al antiespañolismo de Sarmiento. Había que asumir
la herencia y el legado de España: Nuestra suerte estaba
echada.
La roca que
dejó caer Rodó en el lago latinoamericano produjo dos vertientes; La primera le
dio vida al nacionalismo agrario inspirado en la revolución mexicana. La
segunda, la aparición del marxismo como influencia muy directa en nuestros
pensadores. De la revolución mexicana quedó la mitología ranchera de Pancho
Villa y la también sugerente reivindicación agrarista cuajada en torno a la
borrosa figura de Emiliano Zapata. Quedó asimismo la Constitución de 1917, con
su fractura del orden liberal creado en siglo XIX, y el surgimiento del
compromiso por parte del estado de importar felicidad y prosperidad para todos
los ciudadanos mediante la “justa repartición de la
riqueza.”
El proyecto
liberal de América Latina moría al nacer. A partir de esos momentos, esas dos
vertientes dominaron el espectro político de nuestra región. El marxismo, aunque
Fidel Castro sin éxito trató de implantar en todas las naciones, tuvo sus
coqueteos en Chile, Nicaragua y enraizó en Cuba. El estatismo, mercantilismo y
nacionalismo agrario se asentó en el resto del continente provocando que se
perdiera el siglo.
Pero cuando
pensábamos ver la luz a final del túnel, emergen de nuevo los perfectos idiotas
encabezados por Hugo Chávez quien ha ya reclutado a Evo Morales en Bolivia,
Kirschner en Argentina, Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y a los
babeantes perredistas mexicanos. El avance de la agenda marxista de Chávez, no
es algo para tomarlo a la ligera y tal vez por ello Vargas Llosa, Apuyelo y
Montaner, lanzan la nueva versión de su Manual del Perfecto Idiota Latino
Americano corregido y aumentado.
Cuando la misma
España se identifica como una de las naciones más liberales y prósperas de
Europa, el cavernícola Chávez, embriagado con el dinero del petróleo, pretende
revivir un Bolivarismo revuelto con Fidelismo para toda la
región.
Sin embargo, en
todos estos años se ha escuchado una solitaria voz en un pequeño país
centroamericano. La voz del Dr. Manuel Ayau en Guatemala predicando el evangelio
de la libertad. Don Manuel, inclusive, fundó la única Universidad liberal del
mundo: La Universidad Francisco Marroquín misma que se ha convertido en templo
de los clásicos valores liberales como competencia, respeto a los derechos de
propiedad, mercados libres, igualdad ante la ley y gobierno limitado. En una
región en la que se fundieron las guerrillas marxistas, los teólogos de la
liberación y los gorilas “derechistas,” Don Manuel Ayau ha surgido como el
apóstol de la libertad en esta ultrajada América
Latina.
En su cruzada
el Dr. Ayau se ha hecho de enemigos poderosos en ambos lados del espectro
político; la izquierda fundamentalista ahora propiedad de Chávez, y la derecha
acomodaticia de Carlos Slim. En la derecha es inclusive más odiado por su
cruzada pro libre comercio lo que ha provocado la ira de los oligarcas
guatemaltecos. Don Manuel cree en el sistema fiscal de un solo impuesto, condena
los sistemas educativos del gobierno, afirma que legislación laboral
proteccionista arruina el empleo y reparte pobreza.
Pienso que si
cada país Latinoamericano contara con su propio Manuel Ayau, nuestro horizonte
luciría muy diferente y no tendríamos oleadas de gentes esperando cruzar la
frontera del país que tanto odiamos. Tengo el honor de conocer a Don Manuel y el
único mensaje que tengo para él sería: “No se preocupe Don Manuel, si los perros
ladran, es que vamos llegando a nuestro destino.”