IPFS Ricardo Valenzuela

Reflexiones Libertarias

Ricardo Valenzuela

More About: Mexican United States Relations

QUITATE DE AQUI JELIPE, TODO ES PURO COMPLO

REFLEXIONES LIBERTARIAS

QUITATE DE AQUI JELIPE, TODO ES PURO COMPLO

Ricardo Valenzuela

Hace ya más de diez años, tuve la fortuna de conocer a un hombre especial y fuera de serie; Carlos Castillo Peraza. Carlos había aceptado una invitación que le extendiéramos la Universidad de Arizona y nuestra Fundación, Liberty Americas Foundation, para impartir una serie de conferencias en la ciudad de Tucson. Debido a una de esas químicas raras e instantáneas que nos identificó, iniciamos una amistad especial que, desgraciadamente, su prematura y sentida muerte interrumpiera.

La amistad con Carlos, me dio la oportunidad de relacionarme con quien yo identificara como su Delfín, su obra, su heredero político, Felipe Calderón. Al principio, no me entusiasmaba la idea de seguir la pista de alguien a quien, de forma superficial, hubiera yo etiquetado como otro júnior de la política. Sin embargo, la insistencia y pasión de Carlos era tal que provocó llegara a pensar, ¡tal vez algo interesante se esté cocinando y valga la pena darle seguimiento!

Poco después, publicaba yo un artículo en El Economista en el cual describía las dos luminarias del PAN esos días, Carlos Castillo Peraza y Vicente Fox, a quienes conociera prácticamente al mismo tiempo, y describía la forma especial en que ambos me habían impresionado. Unos días después, ante mi sorpresa, me llegaba una impresionante carta del Presidente nacional del PAN, para agradecerme lo vertido en mi escrito.

Pero quien firmaba el documento, era un joven de 33 años en el cual exponía profundas e interesantes ideas. De esa forma, se iniciaba ante mí el develado de Felipe Calderón. No era la clásica retórica de los oxidados políticos mexicanos, tampoco parecía emanar de la mente de un joven de sólo 33 años. Su contenido estaba cuajado de ideas contundentes, maduras e inteligentes. Ideas que sudaban profusamente idealismo, profunda filosofía y sentido común. Desde esos momentos me propuse seguirle la huella.

Mi buen amigo, Enrique Salgado, en su larga temporada por estos potreros, se había encargado de ratificar y subrayar todo lo expresado por Castillo Peraza acerca de Calderón. ¡Y Enrique tiene buen tino!

Observé a Felipe como presidente del partido, como miembro del congreso, como parte del gabinete de Fox en las diversas tareas que se le confiaban. Lo vi rebelarse ante el presidente y presentar su renuncia como Secretario de Energía. Me dediqué a leer sus escritos en distintos diarios, pero sobre todo, fui testigo de cómo, cuando nadie le daba posibilidad alguna, y sin ser el candidato de Fox, Martha o Espino, levantando gran polvadera emergía triunfador de la justa panista para elegir candidato a la presidencia.

En esos momentos pensaba que, lo expresado por Castillo Peraza, no era sólo una realidad, sino que tal vez Carlos se había reprimido en los alabos para su pupilo. Me daba cuenta Felipe era portador de una inteligencia fuera de serie, educación de primera no solo en el campo legal, sino una cultura general y muy completa. Un hombre de cuna inmaculada y honestidad a toda prueba. Pero no sólo eso, una esposa que, quienes la conocen, no encuentran palabras para describir sus virtudes y quien, sin duda alguna, es pilar fundamental de la poderosa base del edificio Calderón, mas no el único que lo sostiene.

Mientras más profundo me sumergía en el mundo de Calderón, con más claridad podía observar la calidad del material de su constitución. Pero, como buen liberal, me preocupaban los rumores de su inconveniente cercanía con la iglesia. Como liberal católico, creo profundamente en la separación de iglesia y estado, pero, con la misma pasión, creo también en la libertad de culto y, sobre todo, la necesidad de que las acciones de los seres humanos sean moldeadas por valores éticos, filosóficos y religiosos que promuevan la armonía, justicia y fraternidad entre todos nosotros. Más no debe ser tarea de estado el establecer dichos valores.

Cuando Felipe, en contra de todas las apuestas, se apropiara la candidatura de su partido para luego asignar la responsabilidad de su campaña a Josefina Vazquez. Después de reponerme de la sorpresa, tuve la seguridad de que algo histórico se iniciaba. Conozco a Josefina y se que, además de ser una mujer fuera de serie, es una gran economista liberal tanto que, el epílogo del librillo de Von Mises, “Problemas Económicos de México,” es obra de ella y también una fuente de inagotable sabiduría económica, política y social.

Ante tal evento y como dicen en el rancho, ensillé mi mejor caballo, eché bastimento en los cojinillos para muchos días y leguas largas, y procedí a internarme en los tupidos chirahuales del mundo de Calderón. Y mientras mas avanzaba por mi vereda, el panorama develado ante mis ojos más me gustaba. Entrevistas, declaraciones, escritos, discursos y, finalmente, el primer debate. Todas las piezas empezaban ubicarse en su lugar, en aquel lugar especial que Carlos Castillo Peraza me describiera diez años antes al afirmar: “ahí tenemos material presidenciable.”

Pero la ficha que faltaba a mi rompecabezas, llegaba en la entrevista de Felipe con Adela Micha. Me parecía que, en lugar de un interrogatorio político, estaba frente a un virtuoso ejecutando una bella sinfonía. Poco a poco cincelaba su verdadera personalidad y sus ideas que, para mí, eran un exquisito manjar. Una cátedra de humanismo, visión, sentido común y, algo ausente en sus dos principales adversarios, calidad humana.

Cuando Micha lo fusila con la pregunta ¿liberal o conservador? Felipe sin titubeos responde, liberal, dibujando el verdadero liberalismo ya expuesto, no el de los trasnochados liberales mexicanos del Siglo XIX. Fue en esos momentos que, como un rayo fulminante, me llega el ¡Este es el hombre! Mi rompecabezas estaba completo.

Anoche fue el último debate que, luego que MALO nos hiciera el favor de presentarse, simplemente me sirvió para reafirmar eso; mi rompecabezas está completo. Mi reconocimiento, admiración y respeto para la paisana, Patricia Mercado y para Roberto Campa, pero Felipe Calderón es el hombre que el país requiere en estos momentos de incertidumbre y de encendidas pasiones.

Lo que no entiendo, es que los mexicanos al tener en el menú de la política nacional un caballo Apendix—cruza de pura sangre con cuarto de milla fino— con linaje productor de ganadores, entrenado por el mejor mainate, Castillo Peraza, portando la mejor estampa y dando los mejores tiempos, muchos se preparen para correr su apuestas con dos mulas mal amansadas, patulecas y, sobre todo, muy mañosas y cocoreñas.

midfest.info