REFLEXIONES LIBERTARIAS
DROGAS; LUCHA INUTIL CONTRA EL MERCADO
Ricardo Valenzuela
La semana pasada, al estar asistiendo a la
conferencia del Business Forum, nos llegaba la noticia del feroz enfrentamiento
entre sicarios profesionales y la policía estatal, arrojando un saldo de casi
30 muertos. Se me hacía difícil entender que esa bella y apacible zona de mi
estado, Sonora, protagonizara un hecho no visto desde las incursiones de los
Apaches durante el siglo XIX.
Sin embargo, este no era producto de ganaderos
defendiendo sus ranchos, era simplemente la más reciente manifestación de una
guerra que desde su inicio ha estado perdida pero cada día su amenaza crece
abrazando al país: El combate al narcotráfico.
Nada ni nadie será capaz de erradicar el
consumo de drogas cuando el mercado provee a quienes la demandan. Cualquier
intento para lograrlo, sólo incrementa el precio haciendo la actividad más
rentable, promueve el crimen, la corrupción y la violación de libertades
civiles.
Para sentar la plataforma, la guerra contra
las drogas ha promovido la gente crea el gobierno, no la sociedad civil, es el mágico
instrumento para la solución del problema. Ello, como en muchas otras
actividades, promueve el abandono de su responsabilidad de parte de la familia dando
vida a famosas afirmaciones como: que te mantenga el gobierno.
Por infinidad de razones burocráticas, los
guerreros antidrogas no quieren hacer distinción entre la severidad de las
mismas y, por ello, emerge una ilógica evaluación cuando se piensa la marihuana,
cocaína y heroína son igualmente destructivas. Sin embargo, otras drogas como
el alcohol y el tabaco, disfrutan de legalidad y el gobierno constantemente
presiona para que letales drogas recetadas se ofrezcan a precios razonables.
Esta es la más flagrante hipocresía de
nuestros redentores incrustados en nido de la demanda, y sus efectos cada día
corrompen más la cultura y los procesos políticos. Nuestros santos guerreros,
proceden primero a federalizar su control y, siempre hambrientos de poder, lo convierten
en un tema de política internacional obligando a países en todo el mundo, el
llevar a cabo agresiones en contra de sus sociedades.
En esta santificada guerra, para los
gobiernos todos somos sospechosos. Se intervienen cuentas bancarias, se hostiga
a la gente en los aeropuertos, en las aduanas, en las carreteras. Entre
Culiacán y Nogales, la ruta por la que transita más del 50% de la legumbre que
consume EU, hay cuatro puestos de revisión militar en donde los camiones, con
buena suerte, pierden horas esperando en líneas que alcanzan varios kilómetros
de longitud.
Aquellos que usan drogas ocasionalmente de
forma “recreativa,” son tratados como los peores criminales y reciben
sentencias que arruinan sus vidas. Sin embargo, asesinos, secuestradores y
violadores son dejados en libertad puesto que las prisiones están saturadas. El
80% de la población en prisiones de los EU, la componen esos pacíficos usuarios
y le cuestan al estado más de $100,000 millones de dólares anuales.
Después de mil batallas libradas, sabemos
bien es una guerra perdida. Conocemos sus gigantescos costos en lo que se
refiere a libertades civiles, así como para los cofres donde reside el dinero
de nuestros impuestos. Sin embargo, los concesionarios del negocio—los
narcotraficantes—le dan la bienvenida pues operando sus monopolios, continúan
generando ganancias irracionales siempre y cuando no se permita la competencia
que tanto temen, motivo primordial por las olas de violencia.
Señores guerreros; rendición y
legalización.
Pero ¿realmente se pudiera legalizar el uso
de las drogas? Si revisamos la Constitución nos daremos cuenta no existen bases
que lo impidan. No contiene algo que permita a los burócratas gubernamentales
controlar lo que fumamos, inhalamos, comemos o nos inyectamos, y al permitir
tomen control de nuestros cuerpos, estamos aceptando el semillero de la tiranía.
El problema de narcóticos más grave existe dentro de las prisiones y pregunto:
Si en las prisiones no lo pueden controlar ¿Una sociedad libre debería tan siquiera
tratar?
Pero los santos guerreros advierten, “legalizando
las drogas estarían disponibles para todos.” Sin embargo, parecen ignorar es lo
que ya sucede. Legalizando las drogas ¿que sucedería si la gente aumenta su
consumo? Como dicen los gringos, so be it y que lo hagan, la gente
irresponsable hace multitud de cosas que los dañan. No se bañan, no cepillan
sus dientes, fuman, toman, ingieren alimentos que los matan. Sin embargo, en
una sociedad libre estos problemas deben ser resueltos en las familias, en las
iglesias y utilizando normas comunes no la opresión del estado.
Pero el esquema mental establecido en
nuestras sociedades les dice: El gobierno es la extensión de la divina autoridad
que debe proteger a esa población estúpida e ignorante. Dios ha enviado a estos
sabios pastores que realmente saben lo que es bueno para su descerebrado rebaño.
Entonces, su sabiduría y nuestra ignorancia es tal, que deben protegernos de
los daños que nosotros mismos nos infringimos.
Pero al aceptar estos argumentos, se abre
un enorme zaguán a todo tipo de opresiones ¿Por qué permitirles solamente el
cuidado de nuestro cuerpo? El daño que se produce a la mente y alma es mucho más
grave ¿Por qué no prohibir la mala lectura, las perniciosas películas, la música
promotora de Juanes Charrasqueados, arte, profesores destructores de la
juventud? El daño causado por malas ideologías y malas religiones es mucho peor
que la devastación de drogas.
Jefferson afirmaba: La historia siempre
muestra esa evolución en la que los gobiernos crecen y las libertades se
encogen. Cuando la sociedad acepta abolir la libertad del hombre para decidir
su propio consumo, cuando al hacerlo no afecte a sus semejantes, estará
aboliendo el concepto medular de su libertad. Y aquellos que lo aceptan
esgrimiendo el aspecto filosófico del problema, castran su poder evadiendo
responsabilidad para promover censura, intolerancia, persecución.
Desde el punto económico hemos afirmado
oferta y demanda siempre se encontrarán, legal o ilegalmente. Una actividad que
genera 500,000 millones de dólares al año, jamás podrá ser erradicada y su
galante combate, lo único que provoca es que sus monopolios se fortalezcan para
generar ganancias superiores al PIB del 90% de los países del mundo, y una
violencia que ha provocado ciudades como Monterrey, hagan palidecer las calles
de Bagdad.
En 1920, al inicio de la prohibición de
alcohol en los EU, en Nueva York existían 10,000 bares. Su consumo se hizo más
peligroso, nacía el crimen organizado, redujo el ingreso por impuestos,
promovió la corrupción oficial y el padre de los Kennedy se hizo
multimillonario. Al abolirse, trece años después, en la misma ciudad operaban
30,000 bares clandestinos. En 1920 el consumo era de 0.2 galones per capita, al
abolirse se había incrementado a 1.5 ¿No hemos aprendido de la historia?